miércoles, 8 de agosto de 2012

Microrrelato para una macroinjusticia

Esta mañana, como todos los días, María vino a la guardería donde trabajo a dejar a su hijo. Como siempre se despidió con un montón de besos y una amplia sonrisa y se fue para su trabajo.
Nos hemos hecho amigas. Yo le hablo de los niños y ella, me cuenta a veces los problemas que tiene que resolver en el barrio donde trabaja y la labor tan importante que hace. A veces le cuesta desconectar y se va a casa con un gran malestar por los sufrimientos ajenos. Aunque, como dice, todo se le olvida jugando con su niño. Está separada, su ex no cumple a veces con la manutención, pero mientras que ella pueda, su hijo irá adelante –suele comentar-
Al mediodía fue a recoger al niño, con la sonrisa borrada. No se dirigió a él velozmente con los brazos abiertos como suele hacer. Se abrazó a mí y comenzó a llorar.
No sabe por qué está en la lista del ERE del Ayuntamiento.

1 comentario:

  1. Oda al Hombre Sencillo

    Voy a contarte en secreto
    quién soy yo,
    así, en voz alta,
    me dirás quién eres
    (quiero saber quién eres)
    cuánto ganas, en qué taller trabajas,
    en qué mina,
    en qué farmacia,
    tengo una obligación
    terrible
    y es saberlo,
    saberlo todo:
    día y noche saber cómo te llamas,
    ése es mi oficio,
    conocer una vida
    no es bastante
    ni conocer
    todas las vidas
    es necesario,
    verás,
    hay que desentrañar,
    rascar a fondo
    y como en una tela
    las líneas ocultaron,
    con el color, la trama
    del tejido,
    yo borro los colores
    y busco hasta encontrar
    el tejido profundo,
    así también encuentro
    la unidad de los hombres,
    y en el pan busco
    más allá de la forma.
    Me gusta el pan,
    lo muerdo,
    y entonces
    veo el trigo,
    los trigales tempranos,
    la verde forma
    de la primavera,
    las raíces, el agua,
    por eso
    más allá del pan,
    veo la tierra,
    la unidad de la tierra,
    el agua,
    el hombre,
    y así todo lo pruebo
    buscándote
    en todo,
    ando, nado, navego,
    hasta encontrarte,
    y entonces te pregunto
    cómo te llamas,
    calle y número,
    para que tú recibas
    mis cartas,
    para que yo te diga
    quién soy y cuánto gano,
    dónde vivo,
    y cómo era mi padre.


    Ves tú qué simple soy,
    qué simple eres,
    no se trata
    de nada complicado.
    Yo trabajo contigo,
    tú vives, vas y vienes
    de un lado a otro,
    es muy sencillo,
    eres la vida,
    eres tan transparente
    como el agua,
    y así soy yo,
    mi obligación es ésa:
    ser transparente,
    cada día
    me educo,
    cada día me peino
    pensando como piensas,
    y ando
    como tú andas,
    como, como tú comes,
    tengo en mis brazos
    a mi amor
    como a tu novia tú,
    y entonces
    cuando esto
    está probado,
    cuando somos iguales,
    escribo,
    escribo con tu vida
    y con la mía,
    con tu amor y los míos,
    con todos tus dolores
    y entonces
    ya somos diferentes
    porque, mi mano
    en tu hombro,
    como viejos amigos
    te digo en las orejas:
    no sufras,
    ya llega el día,
    ven, ven conmigo,
    ven con todos
    los que a ti se parecen,
    los más sencillos.
    Ven, no sufras,
    ven conmigo,
    porque aunque
    no lo sepas,
    eso yo sí lo sé:
    yo sé hacia dónde vamos,
    y es ésta la palabra:
    no sufras
    porque ganaremos,
    ganaremos nosotros,
    los más sencillos
    ganaremos,
    aunque tú no lo creas,
    ganaremos.


    Pablo Neruda

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